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domingo, 20 de noviembre de 2011

LAS TRES HERMANAS (ASPE, ALICANTE)


Las primeras noticias acerca del yacimiento se remontan a la década de los 80, cuando se deposita en el Museo Arqueológico Provincial de Alicante una bolsa con materiales atribuibles a la Edad del Bronce, en número reducido, y otros más numerosos de origen ibérico, todo ello fruto de recogidas superficiales.
La sierra de Las Tres Hermanas forma parte de las últimas estribaciones de las cordilleras béticas dentro de la provincia de Alicante, antes de entrar en la depresión de la Vega Baja.

El yacimiento de Las Tres Hermanas se encuentra situado a unos 2.700 m al sur del casco urbano de Aspe.
La extensión del yacimiento ocupa unos  6000 m2, y presentaba una gran cantidad de restos cerámicos en superficie hasta hace algunas décadas, aunque en estos momentos son escasos debido a los continuos saqueos que ha sufrido.

En cuanto a las estructuras se han podido constatar varias alineaciones de muros en el cerro occidental, que no han sufrido ninguna  intervención, y en la ladera del cerro central donde se pueden distinguir dos departamentos, uno sin excavar y otro parcialmente excavado en una actuación clandestina donde se rebajó un relleno de unos 25 cm. En la zona superior de la lengua central o antecerro, aparece una construcción totalmente excavada en una actuación similar.

Los paramentos se construyen con un doble lienzo de piedras calizas irregulares, sin duda traídas de muy cerca, y un relleno de casquijo, todo ello trabado con una argamasa de arena, trazas de cal y agua. En determinados puntos aparecen bloques de aspecto prismático y sillarejos bien trabajados, sobre todo en las esquinas, sirviendo de unión entre dos tramos, y delimitando las puertas, a modo de jambas. Teniendo en cuenta la cronología de este yacimiento (entre fines del V y fines del IV a.n.e), no resulta descabellado defender una tradición constructiva local cuyo origen habría que remontar al Periodo Orientalizante distintas culturas del I Milenio a.n.e En este asentamiento se vuelve a constatar esta modulación en la construcción del poblado llegando estos autores a propugnar la intervención de arquitectos extranjeros en su planificación, sobre todo en la fortificación, y en cualquier caso probando la estrecha relación de la cultura ibérica con las corrientes mediterráneas de los siglos V y IV a.n.e.

CERÁMICA

Sólo 10 fragmentos han sido recogidos en las tareas propias de prospección, y tan sólo uno, el fragmento de elemento constructivo está relacionado directamente con el edificio pues se halló en la terrera del mismo; los demás materiales han sido recogidos en diversos sectores del yacimiento: laderas y edificios.

Cerámica de importación

La cerámica ática representa probablemente el mejor exponente de la vajilla de lujo dentro del repertorio cerámico del poblado, si bien es cierto que las piezas no son espectaculares ni en número ni en calidad. Únicamente disponemos de 3 fragmentos de borde y el fragmento de una base (Fig. 8, 4), representando el 4,5 % de total inventariado. Los bordes han podido clasificarse con seguridad como dos kylix llamados comúnmente "copa Cástulo", y una de las páteras de la forma Lamboglia semejante a algunos ejemplares del Agora de Atenas de la primera mitad del siglo IV a.n.e.


En cuanto a los fragmentos de la copa Cástulo, hay que indicar que estas piezas suelen aparecer en contextos del último tercio del siglo V a.n.e., sin embargo en este caso muestran un distinto aspecto técnico: el borde no es muy exvasado, sino más bien rectilíneo; además, el labio tiende a ser redondeado en lugar de apuntado y sus paredes son mucho más finas, lo que le da un aspecto más frágil. La pasta también es diferente, siendo en este caso de color anaranjado, de textura no muy dura, y el barniz es de peor calidad. Estos caracteres nos indicarían que estamos ante series con una cronología de mediados del siglo IV a.n.e., con paralelos también en el Puntal de Salinas.


Es interesante destacar un fragmento de un probable mortero púnico, identificado gracias a los desgrasantes de tono oscuro y plateado, comunes en estas cerámicas que viene a reforzar la adscripción cultural de este yacimiento dentro del Ibérico Pleno.

Cerámica Ibérica

Se han identificado un total de 13 piezas correspondientes a ánforas, lo que representa un 19,6% del total de la cerámica inventariada. Son bordes variados que por lo general pertenecen a los tipos habituales de ánforas ibéricas definidas por Ribera (RIBERA, 1982) y constatadas en yacimientos ibéricos contemporáneos cuyo mejor paralelo sigue siendo el yacimiento de El Puntal de Salinas donde se han registrado un buen repertorio de ánforas.
No obstante, se pueden distinguir tres tipos atendiendo a las características de las pastas cerámicas: por un lado las producciones locales,  fácilmente identificables por su similitud con la pasta de la cerámica común; probablemente ha sido confeccionada con la arcilla del Keuper que aflora en diversos puntos de la cercana cuenca del Vinalopó, utilizando como desgrasante elementos calcáreos de tamaño medio, con predominio de trazas blancas y granas, en una cocción oxidante que les proporciona un aspecto anaranjado. En segundo lugar, encontramos otros fragmentos con una composición distinta, donde los elementos calcáreos son sustituidos por otros de tamaño más reducido y de color oscuro y que incluso incorporan trazas de cuarcita; este grupo lo podríamos incluir dentro del conjunto de ánforas ibéricas no locales, entendiendo portales aquéllas que no proceden de un radio inmediato al asentamiento. Por último, se ha podido diferenciar por su tipología un borde de un ánfora del Estrecho del tipo Mañá-Pascual, también con una cronología entre fines del V y mediados del s. IV a.n.e.

Cerámica Común


La cerámica común representa un 27,2 %  de las piezas inventariadas. Este grupo corresponde a una cerámica de pasta bien depurada, buena cocción que alterna la oxidante y reductora, dando el típico aspecto sandwich, y un acabado cuidado generalmente con un engobe beige claro.
Entre los tipos destacan claramente las formas abiertas, donde platos y cuencos representan más de la mitad del inventario, y los lebetes, hasta las tres cuartas partes del mismo.


Cerámica de Cocina.

La cerámica que hemos denominado de cocina (13,6 %) corresponde a la realizada mediante cocción reductora con abundante desgrasante de origen calcáreo y tamaño mediano-grueso, numerosas vacuolas y con acabado alisado. Estas piezas estarían destinadas a la cocción de alimentos, pues se observan en varios ejemplares las señales del fuego. Dentro de las formas advertimos un total predominio de las ollas donde podemos distinguir entre el subtipo mediano y el pequeño. Las ollas medianas tienen entre 21 y 25 cm de diámetro de borde y unos 25 cm de altura, mientras que las pequeñas no sobrepasan los 15 cm de diámetro de borde y su altura se establece entre los 12-15 cm.

Cerámica Pintada
 
La cerámica pintada representa un 25,7 % del total de tipos inventariados, aunque es bien cierto que esto puede deberse a las características de esta colección, ya que en estos casos se recogen principalmente los fragmentos decorados. Esta circunstancia queda constatada por el gran número de fragmentos  con relación a otras piezas. Las formas predominantes siguen siendo las abiertas con platos, cuencos y lebetes, aunque no descartamos la presencia de otros tipos que se pueden intuir entre los fragmentos de panza, probablemente de grandes contenedores, pithoio tinajas.
Dentro de la decoración predominan los motivos pintados rectilíneos simples, formando bandas y filetes, y círculos concéntricos completos o seccionados por la mitad. Aparecen otros motivos ondulados de orientación vertical: las denominadas "melenas o cabelleras", diseñando entre todos variadas composiciones.
En algún caso se ha observado la presencia de algún fitomorfo, en concreto un fragmento con un roleo. Este motivo pudiera alargar la cronología final del asentamiento hasta fines del IV o incluso ya el s. III a.n.e., pues este tipo de decoraciones son, con los datos que hoy
tenemos, prácticamente inexistentes en contextos ibéricos contéstanos del s. IV a.n.e.
El color de estos motivos varía entre las diversas gamas producidas por la presión o la cantidad de una tonalidad del rojo vinoso, si bien es cierto que existen trazos en negro, gris, y otros de un matiz claro entre el anaranjado y el castaño.


OTROS MATERIALES

Objetos de terracota
Se han inventariado cinco pesas de telar halladas en uno de los edificios según
nos han relatado aficionados locales.

Metales

Tres piezas de hierro representan una panoplia militar básica mientras que el fragmento
de plomo, junto al hallazgo de una bola de galena, nos induce a sugerir la existencia de procesos metalúrgicos ligados a este asentamiento.
El primer fragmento de hierro  corresponde a la hoja de una falcata. Se trata de una lámina bastante exfoliada que conserva una longitud de 12'6 cm con una ligera curvatura de
sus lados generando una parte interna cóncava donde se ubica el filo cortante de la hoja; en el lado opuesto la lámina alcanza un grosor de 1'1 cm. Esta morfología junto al característico filo interno ayuda a definir el objeto como un fragmento de falcata pues dentro del repertorio tipológico del utillaje de hierro ibérico no se encuentra útil alguno que pudiera responder a este tipo.
La segunda pieza consiste en una lámina de hierro, bien conservada y arrollada formando un cilindro perfecto; por su cara interna y junto a uno de sus extremos conserva dos pequeños remaches que garantizarían una correcta sujeción con un probable astil de madera.
Su longitud sería de 6'8 cm mientras que el diámetro del cilindro generado sería de 1'5 cm.
Este tipo de regatones son poco corrientes en el utillaje ibérico y sólo encontramos esta técnica de trabajar el hierro para realizar instrumental muy específico, como los legones o pequeños escardillos o bien para enastar en una vara de madera, sirviéndole de contrapeso, colocando en el extremo opuesto una punta de lanza. Sobre la base de las medidas establecidas optamos por definirlo como un regatón de lanza pues el instrumental agrario mencionado siempre presenta cilindros mucho más grandes.
Un fragmento de soliferreum pues a pesar de su semejanza con una punta de clavo.
 Nos encontramos ante ios restos de un conjunto armamentístico compuesto por una falcata, una lanza y una jabalina o soliferreum lo cual incide nuevamente sobre el carácter funcional del edificio, descartando su uso específico como espacio religioso y señalando su ocupación probable por parte de un miembro de la jerarquía militar, al menos como una de sus atribuciones, que tanto relaciona este edificio con la construcción y la cultura material exhumada en Cancho Roano.
El  hallazgo de una lámina de plomo de 077 cm de grosor y 0'90 gr de peso es pequeña y algo retorcida, con huellas inequívocas de haber sido objeto de varias muescas aunque no acertamos a concretar su uso específico.